viernes, 10 de agosto de 2012

Trufa de verano




Curioseando por las calles de un pueblecito de Castellón, dimos con un colmado que anunciaba venta de trufas. La trufa únicamente la habíamos consumido en restaurantes y no conocíamos mucho el tema. Entramos y el dueño nos hizo un cursillo acelerado en unos minutos. En resumen, vino a decir que, en España, tenemos la trufa de verano y la de invierno. La de verano por dentro es de color blanquecino, es menos aromática y el sabor recuerda a frutos secos (avellanas, nueces,...). La de invierno es la "trufa negra", más apreciada y algo más cara. Después informándonos un poco, hemos sabido que la cara carísima es la trufa blanca, que se cultiva en el norte de Italia. Ésta la hemos probado en un restaurante, un día que nos dimos un capricho y nos encantó. Tiene un aroma parecido al gas, pero el sabor es absolutamente delicioso y persistente.

Así que nos fuimos con nuestra trufa de verano, mucho más asequible y muy diferente en cuanto a sabor. Para guardarla, en la nevera envuelta en papel absorvente de cocina. Si la tenemos varios días, cada dos más o menos, hemos de cambiar el papel para que no se pudra. Se limpian bajo el grifo raspando con cuidado con un cepillo de dientes o de uñas. Nos recomendaron consumirla sólo en crudo, lo mejor es rallarla o cortarla en láminas finitas. La hemos probado ya de varias maneras: en ensalada, con espárragos, etc..., pero nuestro vicio es éste:



Como véis tan sencillo que no hace falta ni receta!

2 comentarios:

  1. Ni idea de q teniamos una de invierno y otra de verano!!! y encima me encanta la trufa...
    saludos

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  2. Desde luego cada se aprende una cosa más.Los huevos a sí deben de estar de muerte.Besos.

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